La Crisis de la Narración / Byung Chul Han

Han ha demostrado ser una persona inconforme con su realidad actual, veamos qué comenta ahora sobre la narración...

Daniel T. Hodgson

4/8/20253 min read

Han es un filósofo que ha demostrado estar inconforme con su realidad social. Considera que lo bello en el arte debe ser salvado, y ahora menciona que la narración está en crisis. Es encomiable la sensibilidad de su percepción. No olvidemos que los filósofos son cuestionadores profesionales. En este ensayo corto, Han nos dice que las historias ya no son significativas. Veamos.

Antes, las historias creaban fuertes vínculos. Eran significativas. El más viejo las transmitía al más joven como si se tratara de un consejo. Como una orientación de cómo debía seguir viviéndose la vida. Una historia servía para ubicarse en el mundo. Tener un norte. El autor nos dice que, antaño, el mundo no solo contaba historias, sino también que era narrable. Y el impacto de una historia dentro de un grupo social, por muy tribal que este fuera, era alto. Tenía repercusiones en la vida de los individuos. Así, el gran sabio, el más viejo, era el centro de atención cuando, alrededor de una fogata, narraba historias.

El cristianismo, en este sentido, narra el mundo. Cuenta cómo inició, en qué estado se encuentra y cuál será el desenlace de este sistema de cosas. Claro está, esa narración no es necesariamente correcta —ni la única— en el sentido en que pueda ser correcta una teoría científica. Porque la narración sirve como orientación. Incluso como guía moral. Así, el mito de Adán y Eva deja muchas moralejas. Su comprobación científica no importa acá, sólo su trasfondo, lo que oculta tras el velo.

En este sentido, la filosofía y la ciencia se esfuerzan por remover velos. Por descubrirlo todo. Por tener una realidad transparente. Estas disciplinas enumeran, mas no narran. Para Byung Chul Han, eso ha contribuido ha destruir la narración. Menganito ya no llega a casa contando asombrosas narraciones de lo que vivió en la escuela, sino que sólo llega a enumerarlas: «primero vimos español, luego matemáticas, luego el profesor dijo "hijueputa", y luego salimos a recreo...». En parte, la pobreza de experiencias en el mundo actual también ha colaborado enormemente a esta crisis narrativa —qué carajos de experiencias vamos a tener si, en vez de reunirnos para hablar de música, cine o literatura o crear vínculos significativos con otros seres humanos, pasamos pegados al celular—. Esa pobreza de experiencias se debe a que hemos encontrado calor en la realidad virtual que nos han creado, al menos, mucho más que en la realidad pura. Las redes sociales no son lugares para narrar. En ellas no se va a encontrar una forma de interpretar el mundo, de narrarlo, así como han hecho las religiones, que, con sus narraciones, miremos, pues, lo lejos que han llegado. 

En el mundo virtual, nos dice Han, la narración se ha cambiado por el story telling. Que no busca crear vínculos significativos, sino crear una comunidad a quienes pueda ofrecerle, finalmente, un producto. Así, el story telling no solo es pobre intrínsicamente en cuanto a calidad narrativa, sino que apunta al consumo más vulgar. Ya no hay aura, ni mística, en el contar historias. Sólo seudo narraciones que buscan venderte un producto. Después del fracaso en Occidente de los relatos más grandes de su historia (cristianismo, comunismo, etc.) ya no sabemos dónde estamos, de dónde venimos y, aún menos, hacia adónde nos dirigímos. Porque no hay nadie que nos narre el mundo. Solo tenemos, dice el autor, story tellings.

La crisis de narrar buenas historias también se hace notar en las obras literarias. Las novelas son castradas de negatividad y de aura. Todo es pornográfico. Todo lo revela de golpe. La frase «se muestra, no se dice» está incompleta, faltaría el «también se oculta». Si una novela cuenta todo, pierde su parte mítica. Carece de trasfondo. Es menester, en este caso, poner velos. Atenuar, vislumbrar, generar opacidad; crear el efecto de «entre se ve y no se ve»…

La crisis de la narración es un llamado a reconocer el problema. El asunto no es superfluo, aunque así lo pueda hacer ver la vida que llevamos; turbulenta y aplastada por la búsqueda del pan. Las historias ayudan a llevar una vida con sentido. Algo que a menudo se pierde en el tiempo del story telling, la ciencia y el consumismo extremo. Si no se pueden conseguir el libro no se ahueven. Esta reseña por lo menos pellizca.

Dejémosla ahí.

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