Espíritus Nublados

(Comentario)

Daniel T. Hodgson

2/24/20254 min read

Eran casi las diez de la noche. Yo tenía un libro en las manos cuando sonó una notificación de mi celular. Puse el libro en la mesa, tomé el teléfono y noté que era uno de mis amigos: «Daniel, dejame decirte que acabo de leer Espíritus Nublados y estoy fascinado con la inventiva y la semiótica de la obra. Me ha gustado mucho, aunque no sé qué es. O sea, inclasificable no es, obviamente, pero ahora mismo no encuentro un nombre para esto. novela no es, cuento no es, poesía, ummm, no, no es poesía. Te escribo para que me digas vos qué es…». Entonces mi amigo me metió en un gran lío porque yo tampoco sabía qué tipo de libro había escrito.

La obra se trata de nada, o de todo. No sé. Es difícil para mí —así como a mi amigo— explicarlo. Es de esos libros que solo se leen y ya. Sin ninguna pretensión. Nació como parte de una experimentación. Como una forma de coquetear con estilos no propios. Porque, como es sabido, encontrar —o fabricar — un estilo es una tarea ardua, que lleva, muchas veces, años en tener éxito.

Hoy, casualmente, compartía una taza de café con mi esposa y un segundo amigo. Este aún no ha leído la obra —apenas hoy se lo entregué. Bueno, seguro que para esta hora ya lo leyó—. Me encargué de dejarle claro una cosa: que no creyese que este libro era cien por cien original. ¿Por qué? Porque se trata de una obra inspirada en el estilo de otro autor, o un par de autores. Es probable que, como un tercer amigo me dijo hace meses, «un libro así es más del autor inspirador que de uno».

Me sentí cómodo aclarando este asunto con mi segundo amigo, y me siento cómodo aclarándolo ahora. Porque quiero ser honesto con mis lectores, que poco a poco se han interesado en mi propuesta. Algunos están a la expectativa de mi próxima obra, y desde que se dieron cuenta de que Espíritus Nublados vendría en físico me lo han pedido. Incluso, personas que nunca había visto en mi vida. Agradezco eso, para mí es un logro tremendo, porque no creo que existan éxitos banales. Por ese motivo me siento muy bien diciendo quienes han sido mi inspiración en este libro.

Nietzsche y Gibrán son dos autores que me paralizaron el corazón desde que, por primera vez, pase mi vista por sus preciosos textos. Suena pomposo, lo sé de sobra. Pero, si un autor no es capaz de dejarte así, ¿para qué leer?, ¿no sería una pérdida de tiempo? La persona que lleva cierto tiempo leyendo literatura y no le ha sucedido un efecto por lo menos parecido, para mí, se encuentra en una situación lamentable. Hay, ciertamente, una combinación de Nietzsche y Gibrán en el estilo de mi obra. Y mi tercer amigo tiene razón, el libro es más de Nietzsche y Gibrán que mío. Las ideas, los temas, es decir, el fondo, en definitiva, son propios. Esto también es importante aclararlo.

Gibrán fue un poeta libanés del siglo pasado, y Nietzsche, pues… Nietzsche no necesita presentación. Sin embargo, reconozco que la obra tiene más de Gibrán. Este señor tenía un estilo bíblico. Una poesía propia del Medio Oriente, que a mí me cautivó. Leí obras como El loco, El Profeta, Autorretrato, La Procesión, Jesús, el hijo del hombre, El Vagabundo, entre otros. La poesía de esos lados del mundo suele gozar de una sencillez y a la vez de una profundidad inconmensurable. Esa amalgama es profundamente interesante. Entonces, embelesado por ese estilo poético y árabe, quise toquetearlo también. Y es allí donde tomé barro y comencé a escribir Espíritus Nublados. Con la arcilla Gibrán/Nietzsche formé el muñeco. Debido a mis años como cristiano, me llené de interés por la reflexión espiritual. Y Gibrán era profundamente espiritual, onírico y poeta. Su forma de hacer poesía espiritual en prosa fue, sin duda, un rasgo que imito en el libro. Por estas razones era imposible que el espíritu creador de este autor no se apoderara de mí.

En el caso de Nietzsche me impactó su forma certera de escribir. Hay unas pinceladas de ello en mi libro. La forma de adjetivar a la derecha y a la izquierda es bastante nietzscheana. A la izquierda para dar énfasis de la característica del sustantivo, y a la derecha para hacer una diferenciación más evidente.

Como sea, esta obra contiene pensamientos filosóficos, algo de fábula, intenta emular las sentencias de sabios ancestrales, y tiene sobre todo mucha inconexión entre sus páginas. Es fácil notar que he escrito algunos párrafos y todavía el lector no sabe de qué va la obra. Por lo menos, no está del todo seguro. ¡Eso es lo que quiero que entienda! Porque, como he dicho antes, yo tampoco sé. Y mi primer amigo tampoco. Mi intención con esto es invitarles a leerlo y ya. Sin tanta complicación. Porque no es necesaria, sería añadir algo que no tiene razón de ser. Es una obra pequeñísima (56 páginas). ¿Entonces?, ¿por qué enredarnos?

Termino esto con un profundo agradecimiento a mis lectores. Aquellos que leyeron La Sensibilidad de los Globos y quedaron encantados a pesar de los defectos de ese título, y a los nuevos, esos que se están sumando con Espíritus Nublados. Si nadie leyera nada estoy —más o menos— seguro que no escribiría. Pero me emociono con sus comentarios. Lean y disfruten de esta obra. No tengo más que añadir. Gracias.

D.T.H.